Hora Santa

Por los sacerdotes esquema 1

jueves 11 de septiembre de 2025

Monición:

Señor Jesús, Tú realizas la promesa de la Nueva Alianza, por medio de tu Sacrificio. De esta manera eres Mediador entre Dios y la humanidad. Esta mediación la realizas con un corazón misericordioso y digno de fe en el acto de tu Sacrificio. Nosotros, como hermanos, experimentamos una gran alegría al celebrarte como Sumo y Eterno Sacerdote para dar gracias al Padre por este Don que nos haz dado.

Texto Bíblico:

Del Santo Evangelio según San Lucas:

Lc 6, 27-38

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los aborrecen, bendigan a quienes los maldicen y oren por quienes los difaman. Al que te golpee en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite el manto, déjalo llevarse también la túnica. Al que te pide, dale; y al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

Traten a los demás como quieran que los traten a ustedes; porque si aman sólo a los que les aman, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores aman a quienes los amar los pecadores. Si prestan solamente cuando esperan cobrar, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores prestan a otros pecadores, con la intención de cobrárselo después. Ustedes, en cambio, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar recompensa. Así tendrán un gran premio y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno hasta con los malos y los ingratos. Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso.

No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida, apretada y rebosante en los pliegues de su túnica. Porque con la misma medida con que midan, serán medidos".

Palabra del Señor.

Música para meditar. Por amor.

Disco 2, pista 4.

Reflexión:

* JESÚS, HIJO DEL PADRE, TODO DE DIOS.

Jesús vive en una permanente actitud de relación al Padre. Se entiende a sí mismo desde esta relación; El es su origen y su destino. Su identidad es ser Hijo. Vive su filiación, desarrolla su identidad, en una permanente actitud de apertura al Padre, dejando que su Espíritu penetre en su vida, la conforme y la guíe. El Espíritu de Dios, que invade e inunda la vida de Jesús, es Amor. Por eso su vida se hace Amor: apertura y donación al Padre y a la humanidad. Jesús vive abierto a la acción transformadora del Espíritu, ofreciendo existencialmente su vida, se identifica con la voluntad del Padre y se pone al servicio de Dios, entregando su vida.

* JESÚS, NUESTRO HERMANO

Y DE TODA LA FAMILIA HUMANA.

Pero precisamente porque su identidad es ser de Dios, de un Dios que es Amor y cuya pasión es nuestra salvación, su vida se hace amor, su filiación, hermandad. El Hijo de Dios asume nuestra humanidad; toda nuestra vida, es acogida y donación, servicio y entrega, compasión y misericordia. La identidad de Jesús se configura también como ser del género humano, como una dimensión de su única identidad: ser Hijo de Dios Amor. Su vida es amor. Cuerpo entregado y sangre derramada para que haya vida y vida en abundancia.

* JESÚS, CONTEMPLATIVO Y SOLIDARIO.

Jesús es todo de Dios y todo de los hombres. El corazón de Cristo moldeado por el Espíritu Santo, que se hace todo apertura: ofrenda y entrega a Dios y a los hombres. El amor de Cristo es un amor solidario; surge en su interior un deseo de componer, restaurar, expiar, reparar, reconciliar, para evitar todo obstáculo al Amor. Jesús vive en una permanente actitud de contemplación solidaria y de solidaridad contemplativa de Dios y de los hombres. Vive atento amorosamente a Dios y a la humanidad.

* NUESTRA ENTREGA SACERDOTAL.

El sacerdocio de todo cristiano debe tener esta expresión de "entrega de la vida"', como un elemento fundamental de su vivencia sacerdotal. Existe una gama muy grande en la forma de "entregar la vida" ', para vivir sacerdotalmente. Una manera de entregar la vida es consagrar nuestra persona o algo de nuestro tiempo al servicio de los demás, o ejerciendo algún apostolado. Otra manera es el ejercicio de la caridad. La caridad implica siempre un olvido de nosotros mismos, una muerte de nuestro yo.

Este ejercicio de la caridad se expresa en actos de justicia, de solidaridad, de perdón, la búsqueda de la paz, la colaboración y el servicio.

Hay otra forma de entregar la vida, y es en la oración por nuestros hermanos. Podemos llamarla "oración sacerdotal" cuando nos olvidamos de nosotros mismos y pensamos en la salvación y las necesidades de los demás y así unidos a Cristo Sacerdote rogamos por la salvación de toda la humanidad.

 

 

Canto: Yo no sé caminar sin ti.

Disco 1. Pista 9.

 

Venimos a pedirte, en espíritu de profunda súplica, por el mundo, por todos los hombres, por tus sacerdotes, por los hombres y mujeres de la vida consagrada. De manera muy especial, te imploramos que Tú, iO Señor! y dueño de la mies, envíes numerosos y santos obreros para que cosechen lo que Tú mismo has sembrado en las almas.

Todos: Te necesitamos, Señor.

 

Necesitamos hombres que presten sus labios para hablarnos de Ti, sus pies para recorrer todo el mundo predicando tu Evangelio, sus manos para bendecirnos, sus ojos para ver en ellos reflejada tu mirada de Padre amoroso. Te necesitamos, Señor. Te necesita el mundo y la Iglesia. Por eso, te lo pedimos con humildad, te rogamos con ardor, envíanos sacerdotes, depositarios de tu poder salvador; envíanos misioneros, hombres y mujeres consagrados que sean luz en las tinieblas del mundo, sal que nos libre de la corrupción del mal y del pecado. Oremos.

Todos: Envía, Señor, obreros a tu mies.

 

Tú que nos mandaste orar, cuando compadecido de la multitud que te seguía, contemplaste en ella todas las multitudes de hombres que a lo largo de la historia carecerían de pastor en su camino hacia Ti, escucha ahora nuestra oración humilde.

Oremos.

Todos: Envíanos, Señor, Pastores según tu corazón.

Inmenso es, Señor, el campo. No dejes que el fruto que conseguiste con el precio tan caro de tu pasión y muerte, quede sin ser cosechado por falta de obreros que sieguen la mies. Oremos.

 

Todos: Envía, Señor, Sacerdotes a tu Iglesia.

El Sacerdote es otro Cristo. En él vemos con los ojos de la fe al Señor que camina con nosotros en la historia. Veneramos su persona porque en él vemos al mismo Jesucristo. Hombre entre los hombres, lo has escogido para que celebrara el sublime misterio de la Eucaristía, para que perpetuara en los siglos tu amor, para que perdonara en tu nombre, salvara en tu nombre, consagrara en el nombre de la Trinidad a los hombres y a toda la creación. Oremos.

 

Todos: Gracias, Señor, por el don del sacerdocio a tu Iglesia.

Los hombres y mujeres consagrados dejan todo para seguirte sólo a Ti, Sumo Bien, en caridad perfecta. Dan por amor tuyo su libertad; ofrendan lo mejor de su afecto y de su amor a Ti; te siguen, pobres, por el sendero del sacrificio. Grande es la generosidad de estas almas y grande es el don de la vida consagrada a la Iglesia. Oremos.

 

Todos: Envía, Señor, a tu Iglesia vocaciones a la vida consagrada.

Los misioneros y misioneras, en los lugares más remotos de la tierra, a veces en medio de la persecución y con riesgo de sus vidas, predican tu Evangelio a quienes todavía no han oído hablar de ti. Sufren soledad, fatigas, incomprensiones, y todo lo soportan con amor, con tal de ver que tu amor prenda en los corazones de esos hombres. Oremos.

 

Todos: Envía, Señor, misioneros a tu Iglesia.

Estamos seguros, Señor, de tu promesa: «Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo». Tú estás con nosotros y no dejas de llamar a hombres y mujeres para que, en representación tuya, nos acompañen en nuestro camino hacia Ti. Tú sigues pronunciando esta palabra que ha cambiado la historia de tantas vidas: «Sígueme». Ayuda a aquellos que llamas a ser generosos, a no cerrar su corazón a tu llamada, a saber responder con prontitud, como el profeta Isaías: "Aquí estoy, Señor, envíame».

 

Todos: Da generosidad, fe y valor a quienes has llamado.

Renueva en todos tus sacerdotes, en los fervorosos y en los abatidos, en los que luchan, en los que te aman con ardor, en los que han perdido la esperanza, el amor a Ti y a tu Iglesia. Que resplandezcan en sus vidas las virtudes de la pureza y la obediencia, la paciencia y la caridad, la dulzura y la comprensión, el celo ardiente por la salvación de las almas, la humildad y la sencillez. Oremos.

 

Todos: Danos sacerdotes según tu corazón.

Inspira y ayuda, Señor, a los sacerdotes que trabajan en los seminarios y casas de formación para que den a tu Iglesia santos, doctores, mártires, apóstoles, una nueva generación de testigos de Cristo imbuidos de un nuevo ardor misionero para la nueva evangelización. Oremos.

 

Todos: Envíanos, Señor, sacerdotes santos.

Te pedimos, Señor, por todos aquellos que consagran sus vidas a la pastoral vocacional para que en nombre de Cristo no dejen de sembrar inquietudes vocacionales y no dejen de lanzar las redes para dar a la Iglesia las vocaciones que necesita para cumplir con su misión. Oremos.

 

Todos: Necesitamos tus sacerdotes. Envíalos, Señor.

El enemigo de nuestras almas, sabiendo el bien que un solo sacerdote hace a la Iglesia, no deja de tender asechanzas a quienes Cristo ha llamado y los incita a la cobardía y a la opción por una vida menos sacrificada y más egoísta. También el ambiente del mundo y las propias pasiones son obstáculos que debe superar cada una de las vocaciones a las que Tú llamas a seguirte. Te pedimos que fortalezcas sus almas, les des generosidad y valentía para rechazar con decisión todo aquello que les pueda apartar de la fidelidad. Oremos.

 

TodosMueve a la generosidad a quienes llamas, Señor.

Todo esto te lo pedimos Padre misericordioso y dueño de la mies para que sigas concediendo por tu Santo Espíritu a toda tu iglesia sacerdotes según tu corazón. Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

Canto: Sacerdote hasta el final

Disco 3, pista 5

14. BENDICIÓN CON EL SANTÍSIMO SACRAMENTO

V.: Les diste pan del cielo. (T.P. Aleluya).
R.: Que contiene en sí todo deleite. (T.P. Aleluya).

Oremos:
Oh Dios, que en este admirable sacramento 
nos dejaste el memorial de tu Pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R.: Amén.

 

Bendito sea Dios.

Bendito sea su santo Nombre.

Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.

Bendito sea el Nombre de Jesús.

Bendito sea su Sacratísimo Corazón.

Bendita sea su Preciosísima Sangre.

Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.

Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.

Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.

Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.

Bendita sea su gloriosa Asunción.

Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre.

Bendito sea San José, su castísimo esposo.

Bendito sea Dios en sus Angeles y en sus Santos.

 

Concluida la bendición, el mismo sacerdote que impartió la bendición u otro sacerdote o diácono, reserva el Sacramento en el tabernáculo, y hace genuflexión.

Canto de salida:

Canto: Bendito, Bendito

Disco 3, pista 16